martes, 23 de octubre de 2012

Retrospectiva


Una lagrima rodó por su rostro mientras esperaba a que el agua de la tina se pusiera caliente. Después de tanto tiempo juntos el simplemente se había olvidado de ella, como si fuera lo peor que había pasado en su vida.
Se pregunto en qué momento todo lo que habían construido con trabajo y esfuerzo se derrumbó, como un juego de jenga en el que si quitas una pieza todo se destruye y no solo eso, en qué momento él se convirtió en algo tan importante en su vida.
Se levanto lentamente, se quito la toalla y se metió en la tina, una vez que todo su cuerpo quedo cubierto por el agua, pudo escuchar su voz.
                -“Princesa, es momento de irnos a dormir”
                -“Nooo, ¡¡aún es temprano!!”
                -“Venga, vamos a dormir, te contare un cuento”
                -”Siii, quiero que sea de papas, de zanahorias y de cebollas”
                -“Ven déjame abrazarte primero, y ya después podre iniciar tu cuento”- sus brazos la tomaban con ternura y la apretaban dando la sensación de que no la soltaría jamás, de que esos instantes jamás terminarían, que todo seria para siempre.-“¿Qué tienes?”
                -“¿Te quedaras conmigo por siempre?”
                -“Claro que sí, eres todo para mi, somos uno, ¿recuerdas?”- Tomo su mano izquierda la promesa de que su amor sería para siempre, contemplado en unos simples anillos de plata y unos votos dichos a la luz de la luna.
De repente el aire se le acabo y se levanto de golpe para poder respirar, regresando a la realidad de que él ya no estaba más con ella, sabía que su recuerdo y que su amor por él y el amor que él le daba les hacía daño a los dos y que lo mejor que él hizo fue encontrar a alguien más. pero ella seguía atrapada en un sueño, en la esperanza de volverlo a ver y estar juntos una vez más.
Salió de la tina y abrió la puerta del baño, entro a su habitación, tomo su bolso y saco una cajetilla de cigarros, tomo un par, el encendedor y un cenicero y regreso al baño, abrió un poco la ventana, encendió su cigarro, coloco el cenicero a un lado de la tina, y volvió a meterse en ella sin hundirse, le dio un toque al cigarro, hecho su cabeza hacia atrás.
                -“Adiós para siempre amor mio”- miro de nuevo su mano izquierda, en donde aun se encontraba ese anillo, el cual tenía su nombre escrito-“¿Quién pensaría que algo tan insignificante como unas palabras me tendrían atada a ti por tanto tiempo?”

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