domingo, 26 de mayo de 2013

Invierno

Querido Invierno:

No me molesta que estés aquí, no me molesta que estés presente en la mayor parte de mis tiempos, ni tampoco que tus llegadas sean bruscas y sin sentido e incluso silenciosas y a veces absurdas.
Agradezco que me obligues a enfrentar ese miedo que tengo a estar sola o a no encontrar al amor de mi vida, me obligas a pensar que hago mal y que no quiero volver a repetir en mi vida, y quizá me ayudes un poco a reafirmar o entender que quiero...
Sin embargo, a veces me gustaría que no fueras tan frío, porque siempre que llegas no llegas sólo, llegas con tu fiel amiga Soledad, de la cual tampoco me quejo demasiado.
En las mañanas es fácil soportar el frío y Soledad no me molesta, puedo admitir que me reconforta, pues mi mente se distrae con todo lo que debo de hacer durante el trayecto del día y ella me ayuda a enfocarme, a no distraerme de mis actividades y demás.
Pero las noches son una historia diferente, Invierno déjame decirte que el frío cala, cada vez más y más hasta quemar, me hace pensar en cosas estúpidas y buscar en labios ajenos el beso de aquellos que me quitan el sueño y buscar calor en brazos en los que no estoy interesada en lo absoluto, y Soledad se vuelve una perra cínica que me hace preguntas insistentes y me hace recordar y me hace rememorar, historias que creía había olvidado.
Aquellas historias que están superadas, son hermosos recuerdos y me deleitan con una sonrisa y una cálida sensación, más no puedo evitar sentir nostalgia, no porque desee regresar, más bien me doy cuenta de que pudo terminar mejor, siempre se puede terminar mejor.
Qué, qué pasa con aquellas que no están superadas¿? Bueno Invierno, esas son constantes reproches de que pude hacerlo mejor, de que no di suficiente, de que siempre me fió de más, de que no quiero volver a sentir nada, o peor aún, de que extraño esos labios, esos brazos, sus manos, su piel, de que quiero hablarle al oído y besar sus labios, hacerle reír, cantarle, disfrutar que pasa el tiempo.
Las lágrimas brotan de mis ojos aun cuando no lo desee, y no puedo evitar hacerme pequeña y derretirme, derretirme ante el recuerdo, y suplicar, suplicar al cielo, que regrese Primavera a su lado y se detenga el tiempo, que no avance más, o que regrese Verano, pero no cualquier Verano, porque quiero de regreso el Verano con esa persona que me hizo sentir la luna y las estrellas, comer un helado a su lado.
Y pido al tiempo que no regrese Otoño ni tú Invierno porque esa persona me duele cuando ustedes llegan, y es tan solo esa persona con quien quiero estar, pero me la arrebatan.
Sé que es normal que ustedes lleguen, porque así funciona, van y vienen a su antojo, Primavera y Verano llegan silenciosos poco a poco, los vas sintiendo, Otoño es precoz, no lo notas, ni cuando llega ni cuándo se va, pero tú Invierno, tú eres el más cruel de todos, porque tu llegada, como ya dije, es silenciosa, no la notas, pero no eres lento, en el abrir y cerrar de ojos ya te has hecho presente, sin permitirme prepararme un poco, sin permitirme intentar regresar el tiempo o que las estaciones comiencen de nuevo.
Por eso te escribo a ti Invierno porque de todos, tú eres el más difícil de lidiar porque no vienes solo, Soledad tú eterna acompañante, la cual esta atormentándome en este momento, haciendo que me pregunte, si en éste momento estará mirando el techo y pensando en mi o si en algún momento lo hace, sí estará soñando conmigo, si me piensa o si me extraña.
Pero esto no importa, porque ya no está y no volverá, ya que mientras está disfrutando de los brazos de alguien mas yo permanezco aquí, sintiendo frío acompañada de ti Invierno y de Soledad.
Foto Michel Mendóza
Edición Ixchel Romero