Una lagrima rodó por su rostro
mientras esperaba a que el agua de la tina se pusiera caliente. Después de
tanto tiempo juntos el simplemente se había olvidado de ella, como si fuera lo
peor que había pasado en su vida.
Se pregunto en qué momento todo
lo que habían construido con trabajo y esfuerzo se derrumbó, como un juego de
jenga en el que si quitas una pieza todo se destruye y no solo eso, en qué
momento él se convirtió en algo tan importante en su vida.
Se levanto lentamente, se quito
la toalla y se metió en la tina, una vez que todo su cuerpo quedo cubierto por
el agua, pudo escuchar su voz.
-“Princesa,
es momento de irnos a dormir”
-“Nooo, ¡¡aún es temprano!!”
-“Venga,
vamos a dormir, te contare un cuento”
-”Siii,
quiero que sea de papas, de zanahorias y de cebollas”
-“Ven déjame abrazarte primero, y ya después podre iniciar tu cuento”- sus brazos la
tomaban con ternura y la apretaban dando la sensación de que no la soltaría jamás,
de que esos instantes jamás terminarían, que todo seria para siempre.-“¿Qué
tienes?”
-“¿Te
quedaras conmigo por siempre?”
-“Claro
que sí, eres todo para mi, somos uno, ¿recuerdas?”- Tomo su mano izquierda la
promesa de que su amor sería para siempre, contemplado en unos simples anillos
de plata y unos votos dichos a la luz de la luna.
De repente el aire se le acabo y
se levanto de golpe para poder respirar, regresando a la realidad de que él ya
no estaba más con ella, sabía que su recuerdo y que su amor por él y el amor
que él le daba les hacía daño a los dos y que lo mejor que él hizo fue
encontrar a alguien más. pero ella seguía atrapada en un sueño, en la esperanza
de volverlo a ver y estar juntos una vez más.
Salió de la tina y abrió la
puerta del baño, entro a su habitación, tomo su bolso y saco una cajetilla de
cigarros, tomo un par, el encendedor y un cenicero y regreso al baño, abrió un
poco la ventana, encendió su cigarro, coloco el cenicero a un lado de la tina,
y volvió a meterse en ella sin hundirse, le dio un toque al cigarro, hecho su
cabeza hacia atrás.
-“Adiós
para siempre amor mio”- miro de nuevo su mano izquierda, en donde aun se
encontraba ese anillo, el cual tenía su nombre escrito-“¿Quién pensaría que algo
tan insignificante como unas palabras me tendrían atada a ti por tanto tiempo?”